terça-feira, 27 de novembro de 2012

CUENTOS


CUENTOS
El Conejo y la liebre.
Gabriel Real de Azua
Observó la liebre que, entre unas cercas, el conejo andaba buscando hierbas.
-       Cuidado que eres necio, amigo. ¿Es que no comprendes que estás exponiéndote, de seguir ahí, a que el hombre llegue y te vea?
-       Me gusta esta hierba – replicó el conejo, a boca llena.
-       Pero hay otros pastos tan buenos como el que ahora gustas y con tu imprudencia te estás buscando la muerte.
-       Pues aquí me quedo, amiga, porque da la casualidad que precisamente aquello que mejor sabe es todo lo que cuesta y se nos veda.

Lo ajeno es estímulo maldito;
la privación aviva el apetito.


¿Quien le pone el cascabel al gato?
Del libro de los gatos
Anónimo.
Sucedió una vez que los ratones de una aldea celebraron consejo, con la idea de encontrar la solución para librarse del gato negro que estaba sembrando el terror entre ellos.
El más avispado de los ratones, dijo:
-       Yo creo que si le pudiéramos un cascabel al cuello nos libraríamos de él, pues hasta los sordos lo oirían llegar.
-       Cierto, cierto, pero ¿quién atará el cascabel al pescuezo del gato?
-       No os acordéis de mí – dijo uno.
-       Yo no pienso hacerlo – añadió otro.
Y no se halló entre los ratones aquel que pudiera ponerle el cascabel al gato.

Muchos grandes hombres proponen soluciones para los males del mundo,
pero tan descabelladas que no hallan al valiente que la práctica las lleve.

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